viernes, 12 de agosto de 2011

Cesen los bombardeos contra pueblo libio, exige presidente Ortega



Managua.- El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, exigió nuevamente el cese de los bombardeos contra el pueblo de Libia, donde los aviones de la OTAN provocaron otra matanza de civiles, incluidos unos 33 niños.

Según las últimas noticias, los medios aéreos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) acumulan más de ocho mil 400 ataques sobre esa nación norafricana, con saldo superior a los mil 400 muertos y más de cinco mil 400 heridos, recordó anoche el líder sandinista.

Ortega incluyó entre los responsables de la masacre al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon.

Aunque este jueves las cadenas internacionales de prensa reportaron que el funcionario estaba sumamente preocupado por el incremento de víctimas civiles en Libia, "la verdad es que este personaje es cómplice de esos crímenes porque apoyó la invasión", señaló el dignatario centroamericano.

Ban Ki-moon ha sido un firme defensor de las acciones militares de la OTAN en suelo libio, a lo que se oponen naciones miembros del Consejo de Seguridad de la ONU como China, Rusia, Brasil, India y Sudáfrica, subrayó el presidente.

La mayoría de los países integrantes de la Organización de la Unidad Africana condenan estos bombardeos, al igual que "lo hemos hecho y lo hacemos desde el ALBA" (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), contrastó.

La esperanza de poner fin a los bombardeos y promover la paz es que ahora, cuando se inicie el nuevo periodo de sesiones en la ONU, permitan la incorporación de la delegación legítima de Libia, vetada de sus derechos desde el comienzo de la invasión imperialista, estimó el líder sandinista.

Y que ese paso, precisó, sirva para echar a andar una propuesta de los países africanos para acabar con el conflicto.

"Ya han preparado un plan, una hoja de ruta, para que pueda llegar la paz en Libia, y con ello pueda llegar un poco de paz a nuestro planeta", comentó el dignatario.

Por María Julia Mayoral

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