viernes, 28 de mayo de 2010
El Sistema electoral dominicano y los partidos políticos
No es posible que con más de 6 millones de electores inscritos en el padrón electoral, la participación de los votantes en la finalizada contienda de medio término, sea de tan solo 3 millones 400 mil votantes, pese a la amplia campaña publicitaria desplegada por la Junta Central Electoral y los partidos políticos, lo que implica una reducción de casi la mitad de los electores dominicanos.
Algo tiene que estar pasando y es lo que nos llama a preocupación, ya que si el sistema democrático colapsa, como consecuencia de la incredulidad de sus actores y sus instituciones políticas que están para mantener el statu quo a través del voto popular, entonces allanaríamos el camino para que la sin razón y la intolerancia enquistada en organizaciones reaccionarias y también en otras que plantean el carácter de la “revolución socialista” en un país donde el obrero no tiene conciencia de clases, como forma de llegar y controlar al Estado y hacer las supuestas transformaciones sociales no podemos permitir que estas se erijan como las defensoras naturales de la sociedad dominicana.
No se puede decir que faltó dinero para que los partido lograran activar a su gente, porque lo hubo y mucho en todos los partidos, pero tampoco se debe alegar que la escasa participación de electores se debió al boicot que algunos grupos de la sociedad civil le hicieron a la contienda, porque estas instituciones cívicas, no tienen el peso moral ni la credibilidad para llamar a la población a quedarse en sus casas y decirles no, a las ofertas electorales que los partidos políticos presentaron en este proceso electoral.
Tampoco podrá argumentarse que los candidatos de los diferentes partidos no hicieron su trabajo puesto que los mismos se tiraron a las calles del medio con todos los recursos que han acumulado, pero también con los que le aportaron sus organizaciones que los respaldaban. Lo que sucede es que, en este país los partidos políticos, todos tanto de izquierda como de derecha, no le dan oportunidad al liderazgo surgido y formado en las entrañas de las organizaciones comunitarias, que a decir verdad, son el pulmón por donde respira la población.
Nuestros políticos tienen que hacer conciencia de que la población espera de ellos no solo en tiempo de campaña, sino que hay que estar de manera permanente dándose un baño de pueblo, compartiendo en las esquinas, en los callejones y porqué no, asumiendo la responsabilidad de resolver junto a ellos, los problemas que los agobian, no como sucede ahora que solo se le toma el pelo a la gente, como sucede con el pavo en navidad.
Cuando las organizaciones política llegan al poder y olvidan todo lo que fue su accionar político a favor del avance y desarrollo de la sociedad, llega un momento en que la franja de la población que lo había respaldado, termina jugando un papel diferente al esperado, es decir se decida a tomar un camino diferente, esto por las desilusiones y engaños de la que siempre ha sido víctima. Al parecer es lo que se ve venir sino corregimos una serie de entuertos y subterfugio que ponen en práctica los líderes políticos de hoy.
No importa que los partidos políticos se ufanen en decir que obtuvieron una alta votación en el proceso electoral reciente, en el caso del PLD que obtuvo en el nivel congresional 1 millón 379 mil frente al perdedor el PRD con un 1 millón 271 mil, nos parece que ciertamente algo anda mal y no es en Dinamarca, sino en la mayoría de nuestros políticos, los cuales han dejado a un lado, los planteamientos paradigmáticos, las ideas, los programas de gobiernos, y la solidaridad, para dar paso a una nueva y aberrante forma de hacer política, utilizando el dinero y el clientelismo para que la gente pueda ir a sufragar su voto.
Esto es precisamente lo que amenaza no solo al sistema de partido, sino a la democracia misma, que aunque todavía los partidos políticos garante del sistema, gozan de un gran arraigo popular, por esto no se pueden dejar a un lado, los correctivos que hagan posible que esta sea más perfecta para que la participación ciudadana en los venideros procesos electorales no se vea compelida a optar por caminos poco creíble y confiable.
Por eso la ley de partidos es una necesidad para limitar no solo la práctica del transfuguismo, un mal que no solo afecta a este país, sino también a los países europeos, pero también debe existir algo que obligue a las organizaciones políticas a renovar su dirigencia cada cierto tiempo, para así evitar que nuestra juventud pierda el interés por la política, que en realidad debe verse como ciencia para servir y no como forma de ascender económica y socialmente
Por Francis Pérez elabejón.blogspot.com
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