lunes, 12 de septiembre de 2011

LF apela al consenso internacional para reducir volatilidad precios, petróleo y alimentos




Santo Domingo.- El presidente Leonel Fernández apeló anoche a las Naciones Unidas en la búsqueda de un consenso internacional para reducir la volatilidad de precios, que atribuyó a “la más abominable forma de especulación” financiera global, que aumenta los precios del petróleo y de los alimentos, eleva las cifras mundiales de pobres y amenaza la gobernabilidad planetaria. El jefe del Estado hizo el llamamiento en la conferencia “Especulación financiera, alimentos y petróleo en los mercados de futuro: Por un nuevo consenso internacional de estabilidad de precios”, difundida al país por radio, televisión y redes sociales desde un auditorio reunido en el salón La Fiesta del hotel Jaragua.

“En definitiva, ese consenso global, como todo un nuevo orden financiero mundial, tiene que ser elaborado dentro del marco del sistema de Naciones Unidas, que es al que pertenecen todas las naciones, ricas y pobres, que comparten un mismo destino sobre la faz de la Tierra”, sugirió.

Fundamentó su exhortación, entre otros antecedentes, en la creación por la comunidad internacional del Equipo de Tareas de Alto Nivel sobre la Crisis Mundial de la Seguridad Alimentaria de las Naciones Unidas en abril de 2008, en la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria por la FAO y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y en el señalamiento de éste sobre las consecuencias negativas de la especulación en los mercados de alimentos.

Citó además la reunión de Ministros de Agricultura del G20 que saludó el trabajo de la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO, sus siglas en inglés) que tiene por objetivo prevenir abusos y manipulación en dichos mercados.

“En este sentido, se espera con elevadas expectativas la finalización de las recomendaciones de la IOSCO en septiembre de 2011 sobre regulación y supervisión de estos mercados de derivados y futuros”, auguró.

Fernández previó que esos mecanismos contribuirán a reducir las fluctuaciones de precios y permitirán a los productores afectados por las modernas formas de intermediación especulativa protegerse a través de apalancamiento.

NUEVO ORDEN GLOBAL

Sobre el sistema financiero, consideró evidente la necesidad de diseñar y poner en ejecución un nuevo orden global post Bretton Woods, “más justo, más equitativo, más influyente y más solidario”, sobre todo ahora, cuando la exposición de la banca internacional a la crisis de deuda soberana y la amenaza de recaída en recesión mundial, reavivan los temores de solidez del sistema financiero mundial y tornan imperiosa la necesidad de una reforma global.

Fernández espera que ese nuevo marco contribuya a progresar más rápidamente hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio y a evitar que millones de personas, víctimas de la especulación y de la falta de transparencia de los mercados, aumenten las cifras de pobreza global.

“La urgencia de esta acción reside en la erosión que se produce de la legitimidad y credibilidad de la democracia, el Estado de derecho, los derechos humanos, el derecho a la alimentación y al desarrollo”, señaló.

Fernández comenzó su conferencia recordando que el primer semestre de este año y desde finales del 2010 los precios del petróleo y de los alimentos básicos volvieron a subir, como a mediados de 2008, cuando se estima que casi 60 países de distintas regiones fueron estremecidos por protestas sociales derivadas del dramático incremento de precios.

Citó entre otros casos los de Bangladesh, Haití, Egipto, Filipinas, que fueron sometidos a fuertes tensiones sociales que derivaron en manifestaciones violentas por multitudes airadas que reclamaban con energía su derecho a una vida más digna y justa, fruto del incremento de precio de la canasta familiar que aumentó según estimaciones en 150 millones adicionales a los 925 millones, el número de personas que padecían hambre en el mundo durante 209.

Recordó que en diciembre de 2010, el índice de precios de los alimentos de la FAO alcanzó el máximo de 2008, con incrementos más fuertes en los azúcares, aceites y grasas, ocasión en que el costo de las importaciones de alimentos para los países de bajos ingresos y con déficit en la producción alimentaria aumentó en alrededor de 35% respecto a 2006.

“Esa es una tragedia indescriptible. Eso genera angustia, ansiedad y desesperanza en las personas y en los pueblos, y contribuye a ir incubando un estado de insatisfacción general que tiende a convertirse en una amenaza a la paz social y a la estabilidad política de las naciones”, advirtió.

En ese periodo los precios de los alimentos básicos se dispararon en sentido general en 60% y los de cereales se duplicaron e incrementaron el precio del arroz en 127%, el del trigo en 136%, el del maíz en 125%, el de la soya en 107%, el de la leche en más de 80%, el de la carne roja en más de 60%, y el del pollo, de los huevos y el del aceite de cocinar en más de 50%.

A mediados de 2008 el precio de los alimentos alcanzó su nivel más alto en casi 30 años, y entre octubre de 2009 y este junio último se observan incrementos en la misma dirección, en un contexto donde en los últimos 50 años ha habido un declive de los precios agrícolas, con alzas periódicas pero de duración breve y separadas por periodos extendidos de bajos precios, señaló.

MÁS POBRES EN EL MUNDO

Advirtió que esa fuerte subida de precios en los alimentos podría causar que el mundo vuelva a traspasar el umbral de 925 millones a 1000 millones de pobres y a dificultar aun más la meta de reducir en 50% el número de personas sub nutridas sobre todo en los países de bajos ingresos y déficit en la producción alimentaria.

Fernández pidió prestar atención a que los analistas y medios internacionales de comunicación casi ignoran un factor crucial en el aumento de precios del sector agrícola, al limitarse a citar sequías, transporte, fertilizantes, uso del maíz para biocombustibles y aumento de la demanda de alimentos a nivel mundial con una oferta restringida.

“Se trata de la especulación, uno de los factores de mayor incidencia en el sistema financiero internacional actual, el cual, conforme al criterio de prestigiosos expertos y destacados académicos, ha incidido entre un 30 y un 40% en el precio de los productos alimenticios”, subrayó.

El petróleo, al igual que los alimentos, ha registrado impresionantes incrementos de precios durante este año y ocasionado protestas en distintas partes del mundo por causas que analistas y medios reducen a crecimiento en la demanda y falta de refinerías y baja del dólar.

Criticó que el factor de la especulación tampoco figura entre los elementos tomados en consideración por la sabiduría convencional al explicar las razones por las que ahora el petróleo subió de precios en más de un 100% en los mercados internacionales hasta llegar a cotizarse a 147 dólares el barril en el mes de julio del 2008.

En este caso atribuyó el incremento a la “economía de casino”, definida por él como aquella en la que alguien vende un producto que no tiene a un comprador que no espera recibir el producto que ha comprado, que es la manera en que dijo operan los mercados de futuro de productos básicos o commodities.

En ese sentido recordó la ley norteamericana de intercambio de mercancías que reconoció que la excesiva especulación en virtud de contratos de venta para entrega futura provoca fluctuaciones repentinas o cambios no razonables de precio, por lo cual creó una comisión de vigilancia, para que los precios obedecieran a la ley de la oferta y la demanda. Empero, en 2000, el Congreso eliminó esa obligación de control de operaciones por vía electrónica.

Esa desregulación, citó Fernández, ha llevado los contratos de operaciones de futuro sobre petróleo de 714 mil a 3 millones desde 2003 a 2008, un 425% en sólo cinco años, periodo en el cual el índice de especulación en los mercados de futuro de commodities ha crecido en 1,900%, al pasar de US$13 billones a US$260 billones.

Con relación a quienes recurren a la demanda China para considerar el alza en el precio del petróleo, recordó que en ese argumento no se toma en consideración que esa nación en los últimos años pasó de 1.88 billones de barriles a 2.8, es decir, un aumento de 920 millones de barriles, mientras que en ese mismo periodo, la demanda por vía de especulación de los futuros de petróleo ha experimentado un aumento de 848 millones de barriles, cantidad equivalente al incremento de la demanda china.

Y en los últimos cinco años en esos mercados especulativos han sido adquiridos casi dos billones de búshels de maíz que equivalen a 15.27 del porcentaje de producción anual de maíz en los Estados Unidos, que es la cantidad dedicada a producir etanol.

“Lo preocupante es que las condiciones que hicieron posible el aumento del precio del petróleo y de los alimentos, por vía de la más abominable forma de especulación, no han desaparecido; y por lo tanto, estamos a expensas de que este fenómeno se repita de modo recurrente”, advirtió.

Citando al presidente de la Exxon Mobile, Lee R. Raymond, compartió lo dicho por éste en 2005: “…los fundamentos de la oferta y la demanda no tienen incidencia en la determinación de los precios” y también citó al secretario general de la OPEC, en 2007: “El mercado no está controlado por la oferta y la demanda…está totalmente controlado por especuladores que consideran al petróleo como un activo financiero”.

Fernández se quejó de que nunca antes en la historia del sistema financiero internacional, los mercados de futuro, que surgieron para vendedores y compradores protegerse de los riesgos y fluctuaciones de precios, terminaran convertidos en “promotores de incertidumbre, volatilidad y turbulencia”.

Comentó que esa especulación en los mercados de futuro ha reforzado el rol de inversionistas institucionales como fondos de pensiones, compañías de seguros y de fondos patrimoniales de universidades, representados por reconocidos bancos de inversiones como Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Morgan Stanley, Merryl Lynch y más reciente por Bear Sterns y Lehman Brothers.

El mandatario proclamó que el daño causado por la especulación financiera a la economía global y el impacto en las economías de naciones ricas o pobres es inmenso e incalculable.

“Hay que resaltar sin embargo, que son los países en desarrollo los que sufren las peores consecuencias al contar con el 98% de las personas que padecen hambre en el mundo”, sentenció.

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