lunes, 19 de julio de 2010

La visión del Che acerca de Camilo Cienfuegos



Por Víctor Pérez Galdos

La Habana, Cuba.- “Lo que a nosotros, los que recordamos a Camilo como una cosa, como un ser vivo, siempre nos atrajo más, fue lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo: su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida, a pasar los peligros más grandes con una naturalidad total, con una sencillez completa, sin el más mínimo alarde de su valor, de sabiduría, siempre siendo un compañero de todos, a pesar de que ya al terminar la guerra era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros”.

De esta forma elocuente señaló el Comandante Ernesto Che Guevara la visión que tenía acerca de quien fuera uno de sus más entrañables amigos y compañeros de lucha, el Comandante Camilo Cienfuegos.

Estas palabras fueron pronunciadas por el Che durante su intervención en el acto por el quinto aniversario de la desaparición física de Camilo, ocurrida el 28 de octubre de 1959, en un trágico accidente de aviación.

En su breve discurso, el Che detalló cómo fue que comenzó a gestarse durante la lucha revolucionaria, la amistad que lo unió a Camilo Cienfuegos.

Y recordó lo ocurrido el 5 de diciembre de 1956 poco tiempo después que los expedicionarios del “Granma” fueran atacados en Alegría de Pío por soldados de la dictadura batistiana: “Nos habían sorprendido; en la huída yo perdí mi mochila, alcancé a salvar la frazada nada más, y nos reunimos un grupo disperso. Fidel Castro había salido con otro grupo. Quedamos unos diez o doce. Y había más o menos una ley no escrita de la guerrilla que aquel que perdía sus bienes personales, lo que todo guerrillero debía llevar sobre sus hombros, pues debía arreglárselas. Entre las cosas que había perdido estaba algo muy preciado para un guerrillero: las dos o tres latas de conserva que cada uno tenía en ese momento.

“Al llegar la noche, con toda naturalidad cada uno se aprestaba a comer la pequeñísima ración que tenía, y Camilo, viendo que yo no tenía nada que comer, ya que la frazada no era un buen alimento, compartió conmigo la única lata de leche que tenía; y desde aquel momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad.

Tomando sorbos de leche y velando disimuladamente cada uno que el reparto fuera parejo, íbamos hablando de toda una serie de cosas.”

El Che especificó que hasta ese momento no eran particularmente amigos y que incluso resultaban ser diferentes en cuanto al carácter específico de cada cual, pero que meses después llegaron a intimar extraordinariamente.

De igual modo detalló aspectos poco conocidos de la vida de quien también fuera identificado en nuestra historia como “Señor de la Vanguardia.”

Y a manera de ejemplo, citó la etapa inicial de la lucha en la Sierra Maestra, donde producto del desconocimiento que cada uno tenía de sus propios compañeros y de otros problemas surgieron ciertas desavenencias internas.

En aquellos momentos, según señaló el Che, era necesaria la presencia de hombres sin ambición personal, y que fueran enteramente puros y dedicados a la tarea revolucionaria para realizar el milagro de la unidad. El Che enfatizó al respecto: “Y a esa clase de hombres pertenecía Camilo.”

El Che y Camilo se entrelazaron en el desarrollo de la lucha revolucionaria tras el triunfo popular de enero de 1959. Su relación constituye un ejemplo de hermandad basada en la comunidad de ideales y en principios revolucionarios.

Y al rendir homenaje al legendario luchador y dirigente de la Revolución, en el acto por el quinto aniversario de su desaparición física, el Che resaltó la significación que tenía Camilo en la historia de la Revolución Cubana al expresar: “Difícil de expresar, difícil de mostrar ante ustedes, porque definir en lo que vale un compañero, en lo que vale internamente para cada uno de los que tuvo alguna responsabilidad en la lucha revolucionaria, y en el período de construcción, es algo muy difícil. Pero quería, simplemente, anotar ante ustedes, aunque fuera esa significación interna, privada, que tiene para mí, para muchos de nosotros, Camilo.”

Más allá de lo expuesto en el discurso que pronunciara en La Habana el 28 de octubre de 1964, el Che también había hecho referencia a la significación y vigencia de la vida y la obra de Camilo Cienfuegos en la dedicatoria que le hizo en su libro Guerra de Guerrillas, publicado en La Habana en 1960.

Precisamente en dicho trabajo catalogó a Camilo como el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel, el hombre de mil anécdotas y también como imagen del pueblo.

Y manifestó: “Pero no hay que ver a Camilo como un héroe aislado realizando hazañas maravillosas al solo impulso de su genio, sino como una parte misma del pueblo que lo formó, como forma sus héroes, sus mártires o sus conductores en la selección inmensa de la lucha, con la rigidez de las condiciones bajo las cuales se combatió.”

El Che calificó, además, a Camilo como alguien que practicaba la máxima de Danton sobre los movimientos revolucionarios: audacia y más audacia y detalló que él aplicó con su acción y le dio también el condimento de las otras condiciones necesarias al guerrillero: el análisis preciso y rápido de la situación y la meditación anticipada sobre los problemas a resolver en el futuro. Enfatizó que Camilo era un hombre de mil anécdotas, puesto que las creaba a su paso con naturalidad.

Al detallar algunas de las cualidades de su compañero de lucha, el Che, igualmente, expresó que Camilo unía a su desenvoltura y a su aprecio por el pueblo, su personalidad; eso que a veces se olvida y se desconoce, eso que imprimía su sello a todo lo que le pertenecía: el distintivo precioso que tan pocos hombres logran alcanzar, de dejar marcado lo suyo en cada acción.

Destacó que Camilo practicaba la lealtad como una religión, tanto la lealtad personal hacia Fidel como hacia el pueblo cubano en general y finalmente destacó: “En su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario