viernes, 16 de julio de 2010

Fidel Castro en el Acuario Nacional de Cuba, el jueves



La Habana, Cuba.- Faltaba media hora para el mediodía de este 15 de julio, cuando Fidel Castro llegó sorpresivamente a la entrada del Acuario Nacional, vistiendo una fresca camisa a cuadros, con pantalón y zapatos deportivos, para enfrascarse inmediatamente en una breve charla con dos niñas y un pequeño grupo de trabajadores que se encontraban a la entrada.

Tras la bienvenida sin protocolos, Guillermo García, el director de la instalación, le fue presentando a miembros de su equipo de dirección en el que son mayoría las mujeres. “Trabajar con mujeres es muy bueno”, le comentó al líder de la Revolución, quien a su vez precisó: “y mucho más seguro.”

Después de repasar con visible alegría fotos y recuerdos de los días de la reinauguración del Acuario en el año 2002 y saludar a una amplia representación de los trabajadores, entre ellos la doctora veterinaria Celia Guevara March, hija del Che con quien hizo un cariñoso aparte para saber de la familia, Fidel fue invitado a presenciar el espectáculo submarino de los delfines, único de su tipo en el mundo.
Tres delfines hembra de alrededor de 7 años de edad, son las estrellas del emotivo espectáculo que atrae desde antes de comenzar, cuando los entrenadores inician su comunicación con los animales desde la parte superior de la piscina de 500 metros cúbicos de agua, visible a través de una amplia ventana de acrílico de 7 metros y medio de altura, 14 de ancho y 22 centímetros de espesor.

Según el director del Acuario le explicó a Fidel, a diferencia de las presentaciones en superficie, que hacen pausas frecuentes para premiar la actuación de los animales con algún alimento, esta solo tiene como estímulo el momento previo en que se produce esa comunicación de ambas partes.

Sobre las 11 y 47 comenzó la impresionante exhibición de 20 minutos aproximadamente, en la que las tres delfines y sus entrenadores (dos muchachas y un muchacho) se entrelazaban y danzaban entre sí, impulsados desde los pies por los poderosos animales, cuyo peso promedio está sobre los 150 kilos.

Visiblemente impresionado, Fidel no dejó de hacer comentarios y preguntas a sus anfitriones. Lo primero, el tiempo de los entrenadores bajo el agua sin respirar, como promedio entre un minuto y un minuto y medio con intervalos de apnea de 30 a 40 segundos, lo que constituye un ejercicio duro.

Para el espectáculo, que la Asociación Mundial de mamíferos marinos certificó como exclusivo de su tipo en el planeta, están preparados 8 entrenadores, formados totalmente en el Acuario cubano, quienes se alternan en sus actuaciones.

Hasta muy tarde-de 5 de la tarde a diez de la noche- se extienden las presentaciones veraniegas de este exclusivo show que incluye madrugadas cuando se producen las visitas de niños con xeromatosis pigmentosa, un padecimiento de la piel que les impiden tomar el sol.

Fidel también se interesó por la relación entre los entrenadores y sus animales y los posibles riesgos de ataque, muy muy raros, según le explicaron y solo debido a errores humanos, porque los delfines son seres muy sociables que como promedio viven 25 años y pueden alcanzar el doble cuando están en cautiverio.

Con la ayuda de los entrenadores desde el otro lado del acrílico, las hermosas delfines saludaron varias veces a Fidel creando aros de burbujas y parándose de cabeza. Fue cuando se explicó el “sonar” de estos particulares animales y los kilómetros que puede alcanzar como una suerte de ultrasonido que ha hecho que los utilicen para detectar minas y en otras actividades militares.

Comentando luego otros detalles, García dijo que han recibido la visita de entrenadores varios países, entre ellos varios norteamericanos quienes reconocieron que en toda Norteamérica no existe nada igual y no conocen que exista en otras partes.

“Parece que delfines tampoco”, se lamentó Fidel, recordando el profundo daño al ecosistema propiciado por todo lo que se vierte sobre los mares y que ha afectado a estas y otras especies. Su observación fue respaldada por los datos del director del Acuario, quien habló del reporte de más 200 delfines y cerca de 550 tortugas muertos como consecuencia del derrame de petróleo en el Golfo de México.

“Hay dos peligros tremendos, el peligro de guerra y el peligro para el medio ambiente”, advirtió Fidel, quien se lamentó de que eso ocurra a pesar de la extraordinaria acumulación de conocimientos que se ha producido en los últimos 60 años, periodo en el que se han triplicado todos los conocimientos. Adelantó que está preparando una Reflexión donde aborda estos temas y reiteró nuevamente su advertencia de que “el mundo vive entre dos tragedias, la de la guerra y la del medio ambiente”.

Después de tomarse fotos con los entrenadores y el colectivo del Acuario, Fidel comentaba la razón de sus primeras preguntas en relación con el tiempo de los entrenadores bajo el agua, debido a su experiencia como legendario submarinista: “Sé lo que es estar sin respirar y tomar aire con aqualón y sin aqualón,.”
A una pregunta del director informó que algunas veces llegó a superar los dos minutos sin respirar, pero sin hacer movimiento alguno. “Puedo apreciar lo que ellos hacen, lo que es la apnea y lo que significa repetirla.” También recordó con particular emoción haber compartido alguna vez sus nados con delfines en la bahía de Naranjo en Banes, en la actual provincia de Holguín.

Ya en la despedida se interesó por los días de funciones del Acuario -de martes a domingo hasta las diez de la noche con descanso el lunes- y el tiempo de trabajo y descanso de todo el personal, especialmente los que animan los espectáculos con los animales, con frecuencia de tres veces por día, bajo asesoramiento de los médicos de medicina subacuática del Hospital Naval en el caso del show bajo el agua, cuyo riesgo fundamental es la repetición de la apnea.

Resumiendo sus impresiones de la visita, Fidel calificó el espectáculo visto como “algo muy sosegado, más bonito que cualquier otro que haya visto. Si uno quiere un obsequio para alguien por quien sienta especial consideración, este es.”
A la salida, prácticamente todo el personal del Acuario y decenas de visitantes se habían congregado en las proximidades para saludar con vítores al líder de la Revolución.
El Acuario Nacional de Cuba, fundado hace exactamente 50 años, el 23 de enero de 1960, cuenta con una población de más de 3 000 animales, 23 de ellos mamíferos marinos, 8 delfines y 15 lobos marinos, atractivo principal de la instalación que recibe unos 3 000 visitantes por día y entre 25 000 a 30 000 turistas por año.

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