martes, 25 de enero de 2011

Enfrentemos la invasión meticulosa de haitianos ilegales




No se puede estar jugando con el proyecto de nación que forjaron los Padres de la Patria y de la Restauración, en aras de que lo que hoy se llama República Dominicana, trillara un destino ajustado a su realidad, leyes, costumbres e identidad cultural y nacional definida por su propia naturaleza.

¿Cómo es posible que las autoridades de este país permitan que haya en territorio dominicano alrededor de 200 mil indocumentados de una matrícula aproximada de 1.5 millones de haitianos, de los cuales una gran parte están delinquiendo y pululan por nuestras calles arrabalizando y desorganizándolo todo sin que el gobierno como lo hacen otros países incluyendo a los Estados Unidos, que es el propiciador principal de esta avalancha que nos azota, no esté en capacidad de elaborar una firme y certera política migratoria que ponga fin al peligro que encarna y representa esta penetración concienzuda de quienes en el pasado eran una nación que legó un ejemplo digno de ser imitado por sus luchas libertarias en contra de la esclavitud, pero que hoy por los malos y corruptos gobiernos que ha tenido, ha dejado de ser un verdadero Estado al servicio de sus pobres ciudadanos y se ha convertido en un conglomerado humano que actúan como si vivieran en la selva y fueran salvajes.

No es desde ahora que esta invasión en masas viene llevándose a cabo y que cada vez más están mordiendo el territorio nacional y reduciendo el espacio que legalmente le corresponde a los herederos de Duarte y Luperón, pero realmente es a partir del terremoto de 7.0 grados que los azotó y dejó a mas de 800 mil personas en las calles a la intemperie que los Estados Unidos, Canadá y Francia, claro apoyado y sustentado por las ONG que dirigen por dinero malos dominicanos de origen haitiano, cuando se consolida y se pone en ejecución la unificación de la isla y de las dos culturas que son diametralmente opuestas, no solo porque fueron los haitianos quienes mancillaron y ocuparon durante 22 años este territorio, cometiendo atrocidades y crímenes en demasías a quienes se les interpusieran en el camino. Además porque ellos también han sido los educados comprendan y entiendan que esta parte de la isla en la cual nacimos y nos hemos levantado les corresponde a ellos. ¡Cuán ilusos son!

La República Dominicana es una nación libre e independiente poseedora de sus propias leyes y reglas de juego como las tienen los tres países poderosos que hoy defienden a ultranza la unificación de estas dos culturas diferentes. Claro ellos después que se retiraron de ese país y lo dejaron en la inopia, ya no les interesa porque a este no le quedan recursos tangibles que puedan darles u ofertarles beneficios, por lo cual ahora han decidido que carguemos con los problemas de ellos.

Pues, resulta que al igual que Haití, tenemos muchas necesidades económicas como país tercermundista, sin dejar de reconocer que somos los que más aportes económicos en salud, educación, productos agrícolas en plazas de trabajos, otorgamos sin retorno al vecino país, mientras los grandes Estados que hoy propugnan por el aberrante criterio de unificación, solo se han quedado en promesas y nada más.

E s necesario resaltar que después del régimen tiránico que encarnó Trujillo, los gobiernos que hemos tenido a partir de la instauración del sistema democrático, se han prestado a cuantas cosas quieran los intereses foráneos ,sencillamente por los cuantiosos beneficios político y económico que reporta tal actitud, olvidándose del plan maestro que se ha urdido en perjuicio de la Patria. Pero pese a esto, es bueno que ellos sepan que el pueblo dominicano comienza a ver y a sentir en carne propia los dolores de cabeza que vienen produciéndose como consecuencia de esta despiadada e inhumana invasión.
Por eso será siempre una necesidad impostergable que el gobierno dominicano unido a los sectores económicos, sociales y políticos que creen en la soberanía nacional, emprendan una valiente, real y efectiva política migratoria que dé al traste a la incursión ilegal de estos herederos de Toussaint Louverture y Jean-Jacques Dessalines, desde luego sin dejarse tumbar el pulso y ni mucho menos amedrentar por las fracciones pro haitianos que reciben dinero de los estrategas de este proyecto salvaje de unificación.

Nosotros no somos los culpables del atraso y la desgracia del pueblo haitiano, por el contrario, estamos contribuyendo muchas veces por encima de las posibilidades que tenemos. Ahí están los casos de los millares de haitianas parturientas que llegan a nuestros hospitales sin pagar un solo centavo y todo es cubierto por los 300 mil millones de pesos del presupuesto nacional, lo cual debería ser en realidad para el pueblo dominicano, que es el que paga los impuestos.

Es bueno aclarar que no podemos seguir cargando con un problema que le compete al gobierno de esa nación negra de América, ya que si descuidamos los propios que son muchos, corremos el riesgo de colapsar al igual que ellos y eso no es bueno, ni se lo perdonaríamos a este gobierno.

Francis Pérez

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