viernes, 30 de abril de 2010

Cuando al Che lo hicieron comandante





PEDRO A. GARCIA

IBA 1957 por los mediados cuando el mando del Ejército Rebelde decide formar una nueva columna y encargar de su dirección, con el grado de capitán, a Ernesto Guevara. “Ramiro Valdés pasaba a ser capitán y con su pelotón entraba en mi columna —escribiría Che años más tarde—, también Ciro Redondo era ascendido a capitán, mandando otro pelotón”.

Como segundo jefe de la columna fue designado Lalo Sardiñas, quien capitaneaba también la vanguardia. El destacamento guerrillero estaba constituido por 75 hombres. Sin armas, descalzos, casi desnudos, los demás compañeros les llamarían Los descamisados del Che, El desalojo campesino...
“Lo primero que hacemos es una práctica de tiro —confesarán a un periodista varios fundadores de la columna décadas después—, y solo Ciro Redondo da en el blanco. El Che se sube en una piedra y dice con esa ironía tan suya: Tengo a la gente lista para el combate.”

También por aquellos días, llegaban del Llano noticias terribles: el fracaso de la apertura de un segundo frente guerrillero en la Sierra Cristal, plan concebido desde inicio de 1957 por Frank País, y la muerte de tres valerosos combatientes clandestinos en las calles de Santiago de Cuba: Josué País, Floro Bistel y Salvador Pascual.

Acerca de esto último, Fidel escribiría a Frank: “En una hoja aparte va un sentido y emocionado testimonio de solidaridad que nuestros oficiales te hacen llegar en nombre de todos los combatientes. Nos hirió de cerca y muy hondo el cruento zarpazo. Enardeció los ánimos y no es poco lo que ha influido en el tremendo espíritu combativo de estos días”.

TESTIMONIO DE SOLIDARIDAD

Fragmentos de la carta enviada por los combatientes del Ejército Rebelde al compañero David (Frank País).
Querido hermano:
En circunstancias como estas es difícil encontrar las palabras, si las hay, para expresar un sentimiento tal como lo experimentamos en lo más profundo de nuestras almas. Tal vez un fuerte y silencioso abrazo podría sustituirlas y expresar aún más. No pudo ser el abrazo, igual que a ti tampoco te fue posible ver a tu heroico hermano por última vez, por estar en tu puesto de combate.

Si el destino nos lo permite, juntos iremos un día a su tumba para decirle a él y a toda esa legión de Niños Héroes, que hemos cumplido con esta primera parte de la lucha y que con la misma entereza y espíritu de sacrificio nos disponemos a culminar la obra de nuestra generación, teniéndolos a ellos como fiscales supremos de nuestros actos futuros.

(...) Todos admiramos el valor sereno con el que afrontaste las amarguras de esta semana trágica. Para nosotros, los revolucionarios, el desahogo está en la lucha.
(...) Estamos muy orgullosos y contentos contigo por lo bien que estás dirigiendo todos los trabajos. Y en cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David y Norma (Celia Sánchez).
Sierra Maestra, julio 21 de 1957.

PONLE COMANDANTE

La anterior carta la firmaron todos los oficiales del Ejército Rebelde que sabían hacerlo, cada uno en su respectiva columna. Al poner los grados de los componentes de la segunda de ellas, relataría el Che, Fidel ordenó simplemente: “Ponle comandante”, cuando iban a poner el suyo.

“De ese modo informal y casi de soslayo, quedé nombrado comandante de la segunda columna del Ejército Guerrillero, la que se llamaría número 4 posteriormente... La dosis de vanidad que todos tenemos dentro hizo que me sintiera el hombre más orgulloso de la Tierra ese día. El símbolo de mi nombramiento, una pequeña estrella, me fue dado por Celia, junto con uno de los relojes de pulsera que habían encargado a Manzanillo.”

Al nuevo destacamento guerrillero le encomendaron tenderle un cerco a una tropa enemiga, pero esta ya se había alejado de la zona. Su primera misión victoriosa fue el asalto y toma del cuartel de Bueycito, el 31 de julio de 1957. Un día antes, en Santiago de Cuba, era asesinado Frank País.

Los integrantes de la columna 4 no sabrían la noticia hasta que regresaron a su campamento serrano. Che escribiría años después: “De tal manera acababa una de las vidas más puras y gloriosas de la Revolución cubana... Con Frank País perdimos uno de los más valiosos luchadores pero la reacción ante su asesinato demostró que nuevas fuerzas se incorporaban a la lucha y que crecía el espíritu combativo del pueblo”.

EPILOGO DE UNA ESTRATEGIA

La trayectoria combativa del Che en los primeros reveses y acciones victoriosas, sus cualidades personales, determinaron para que Fidel depositase en el médico argentino responsabilidades superiores.

“Fue así como se ganó los grados de Comandante y jefe de la segunda columna que se organizara en la Sierra Maestra; fue así como comenzó a crecer su prestigio, como comenzó a adquirir su forma de magnífico combatiente que hubo de llevar a los grados más altos en el transcurso de la guerra”, expresó el Comandante en Jefe.

El Jefe de la Revolución veía en él no solo al soldado valeroso y audaz, sino también al maestro y educador de nuevos combatientes y al artista de la guerra revolucionaria que meses después protagonizaría extraordinarias proezas militares: la invasión con Camilo y la fulminante campaña de Las Villas que culminó con el ataque y rendición de Santa Clara.

En él estaban presentes, además, las enseñanzas de la Sierra Maestra, que luego se multiplicarían en nuevos jefes y destacamentos guerrilleros que trasladaron a todo el país, junto a las tácticas y estrategias, las convicciones revolucionarias y unitarias desarrolladas por Fidel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario