martes, 29 de junio de 2010
'Un poco de mi', de Johnny Ventura
SANTO DOMINGO-- Johnny Ventura se siente orgulloso de haber llegado a los 70 años en excelentes condiciones físicas, feliz junto a su esposa desde hace cuatro décadas, padre de siete hijos, abogado y ex diputado y alcalde de la capital dominicana, y aún activo en la música, pese a sus anunciados retiros del mundo del arte.
Así por lo menos lo señala en la autobiografía que acaba de lanzar bajo el título de Un poco de mí, un libro de 230 páginas, donde cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura del gobierno del presidente Leonel Fernández, quien lo nombró asesor de inversiones extranjeras, a pesar de haber sido un líder de la oposición bajo la bandera del Partido Revolucionario Dominicano, agrupación que dice dejó hace algunos años.
Con más de 100 álbumes grabados en una exitosa carrera que se extiende por medio siglo, Ventura, quien en la ceremonia del lanzamiento de sus memorias estuvo acompañado del ministro de Cultura, José Rafael Lantigua, invitó a un grupo de escolares de uno de los barrios más pobres y peligrosos de Santo Domingo para que trasmitieran a sus compañeros el mensaje de que a veces a pesar de las circunstancias negativas en que se crece, hay oportunidades de triunfar como lo hizo él, pero para eso tienen que prepararse adecuadamente.
Hijo de una modista que preparaba comida para vender en la calle para sostener a su familia, Ventura cuenta que para ayudar a sostener el hogar tuvo que salir a trabajar a temprana edad, sin pensar en que el destino le tenía preparado un privilegiado lugar como uno de los cantantes más representativos del merengue, el ritmo típico dominicano con el que ha ganado miles de premios en el país y en el
extranjero.
Tampoco pensaba en la política en esos duros años de la sangrienta dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó con mano de hierro el país caribeño hasta que fue ajusticiado en 1961.
Tras terminar los estudios secundarios, los que financió trabajando como albañil, Ventura siguió cursos de secretariado porque no contaba con el dinero suficiente para pagar la matrícula en la universidad, consiguiendo luego participar en un concurso radial donde al poco tiempo se convirtió en una figura regular hasta que pasó a formar parte de orquestas de fama nacional de propiedad de parientes de Trujillo, familia que dominaba todos los aspectos de la vida de los dominicanos.
A la muerte de Trujillo fue que Ventura, con 21 años, vino a tomar conciencia de lo que había significado el tirano para el país y al igual que los otros jóvenes de la época comenzó a adoptar una posición política.
``Después de su muerte, cuando me enteré de todas las atrocidades que habían ocurrido durante su mandato, tuve la impresión de haber vivido en una República Dominicana totalmente diferente a la que habitaron sus adversarios'', escribe el ídolo negro tras reconocer que incluso él había sentido admiración por el tirano debido a la propaganda del régimen.
El aspecto racial no pasa desapercibido para Ventura, quien siempre se ha sentido orgulloso del oscuro color de su piel en un país donde esta característica no siempre ayuda a subir en la escala social y en la
económica.
El intérprete de merengues como La agarradera y Capullo y Sorullo cuenta que con otras figuras destacadas de raza negra formaron El Club de los Monos para que el público los respetara porque ``aunque descendientes de esclavos, los negros componemos una raza con las mismas condiciones humanas que poseen los demás'', pero a pesar de que había personas llenas de prejuicios de carácter racial, la mayoría pensaba en forma distinta.
``En la televisión nuestra, muy raras veces vemos un comercial que incluya negros y casi siempre, cuando esto ocurre, vemos al negro haciendo el papel de sirviente'', comentó.
El fenómeno también se registra en los concursos de belleza, según Johnny, cuyos jurados rara vez ``dan su voto a una de nuestras jóvenes negras para que nos representen internacionalmente''. La excepción ha sido la escultural y despampanante Ruth Ocumárez, quien compitió por el cetro de Miss Universo en el 2002. •
Por MANUEL EDUARDO SOTO
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