lunes, 29 de noviembre de 2010

"Cuba: ¿Revolución dentro de la Revolución? "




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Los tiburones huelen sangre y se mueven rápido, por eso comenzó la campaña por la Presidencia de la "Nueva Cuba". ¿Y dónde?: pues claro, en Miami, con dos formidables candidatos: Lincoln Díaz-Balart -recientemente cesanteado del Congreso federal norteamericano- y Carlos Alberto Montaner -quien superó su repugnancia a vivir entre cubanos y regresó, desde Madrid, al redil.

No es broma, es una realidad patética la existencia de quienes apuestan a la derrota de la Revolución cubana y la entrega, por parte de ese heroico pueblo, de su soberanía e independencia a un exilio, corrupto, miserable y criminal.

Es cierto, la economía cubana no anda bien. Hay un profundo sentimiento de descontento social en todas las capas de la sociedad de la isla, aún entre los militantes comunistas, y la necesidad de una reforma se reconoce cotidianamente por sus dirigentes, lo cual avizora, con los cambios sociales y económicos, la toma del poder por una nueva hornada de líderes para enfrentar esos retos.

El Congreso del Partido Comunista

Cuando en noviembre pasado Raúl Castro anunciara para la próxima primavera la celebración del Congreso, largamente pospuesto desde el último en 1997 y la posterior Conferencia Nacional del Partido, se dio a conocer un documento de 32 páginas enumerando la propuesta futura de política económica y social. Este encuentro mayor de los comunistas cubanos conlleva un cambio generacional de liderazgo, el último encabezado por los dirigentes históricos de la Revolución, pero con toda certeza Fidel Castro presidirá ambos eventos.

El proceso masivo en Cuba de discusión no está siendo tomado a la ligera por los militantes cubanos y tampoco es aceptado fácilmente en todas partes. Las voces conservadoras no entienden la necesidad impostergable de un cambio, como advirtiera el pasado 31 de Octubre el propio Raúl Castro ante los líderes de la Central de Trabajadores de Cuba: el país enfrentaría la ruina si no se realiza una reforma económica.

Esto solamente será posible con un cambio de liderazgo, donde representará un papel importante la clase militar cubana, vinculados hoy a empresas dirigidas por ellos y por tanto capaces de llevar a la realidad esa política económica planteada en el documento, sobre todo en el desarrollo de la eficiencia productiva y un nuevo enfoque, menos paternalista y más eficiente, en la administración.

El futuro pasa por la reactivación

Los problemas del país todo el mundo los conoce y van más allá de las 291 propuestas de los Lineamientos, pasando por poner a producir las tierras ociosas, elevar los resultados de las cosechas, invertir en infraestructura, reducir la burocracia y las plantillas infladas, incrementar las exportaciones y sobre todo descentralizar las decisiones, en la búsqueda de una mayor eficiencia.

Sin embargo, el proceso de eliminar el "igualitarismo" de una sociedad paternalista, cuyas entregas se basan en ingresos que desde hace mucho el país no tiene, es una meta difícil y mucho más compleja que eliminar de un plumazo la "libreta de abastecimientos", garantía por más de cuatro décadas a precios subsidiados de la alimentación de la familia cubana.

Pero, ¿cómo conservar la ruta socialista si se entrega al mercado el control y no a la planificación estatal como hasta ahora?

Si las empresas socialistas continuaran siendo el modelo central económico, mientras paralelamente se estimulara la creación de empresas de capital mixto (estatal y privado), cooperativas y en lo individual, campesinos, dueños de propiedades para el alquiler, empleados por cuenta propia y otras, esto llevará a la contradicción que el propio documento del Congreso niega: "la concentración de propiedades en negocios e individuos", o sea la creación de una clase media y burguesa fuera del control del estado socialista, el cual entonces -en vez de planificar y controlar- se ocuparía de regular y cobrar impuestos a esos grupos o individuos.

Otros temas a debate radican en la posibilidad de las ventas de viviendas -una de las escasas categorías de propiedad individual en Cuba-, así como la creación de zonas francas para exportaciones y tecnología de punta, experimento fallido hace una década, el cual ahora se considera de nuevo en puertos modernizándose con capital extranjero, como Mariel al Oeste de La Habana y Cienfuegos, al sureste.

Las contradicciones de la necesidad y la realidad

Es necesario eliminar la doble moneda circulante, o sea el peso cubano cuyo valor oscila entre los $27 y $24 por dólar y el llamado CUC, artificialmente pareado con el euro, lo cual crea una situación irracional en los controles bancarios y un freno a la estabilidad administrativa del aparato gubernamental. Esto conlleva además establecer la fluctuación cambiaria de su valor.

Al comenzar a descentralizar el aparato estatal se necesita transformar la mentalidad de generaciones de cubanos acostumbrados a utilizar pesos para todas sus transacciones y educarlos en el uso de cuentas bancarias y obtener préstamos para el desarrollo de sus pequeños negocios o actividades independientes, así como a la contabilidad de esos procesos y el pago de impuestos.

Todo ello conlleva un desarrollo bancario, inexistente hoy para esos niveles e intenciones, lo cual, en general para establecer este proceso de desarrollo económico y cambios estructurales en el sistema monetario nacional, necesita de inversiones extranjeras, no siempre favorables hacia países pobres y mucho menos con un estricto embargo económico norteamericano.

Mientras se preservan las conquistas de la Revolución en cuanto a salud, educación y seguridad social, se incrementarán los precios de los servicios públicos hasta ahora prácticamente gratuitos y de la canasta básica proporcionalmente a los vaivenes del mercado y la producción o importación de alimentos: en la actualidad una de las preocupaciones fundamentales del cubano.

Este modelo de un estado socialista descentralizado, con oportunidades económicas independientes para sus ciudadanos, pero con parámetros sociales estrictamente establecidos, es único, con apenas algunos puntos de contacto con países en desarrollo como Vietnam, con el sector agrícola y microcréditos y tal vez algo de las tres décadas de experiencia de China, ambos con amplio intercambio comercial con los Estados Unidos.

¿Cómo convencer a un millón de desempleados a trabajar por cuenta propia?

Durante años cientos de miles de trabajadores cubanos -9 de cada diez trabajan para el Gobierno- tenían empleos en los cuales no necesitaban esforzarse por ganar sus salarios subsidiados y recibían los beneficios sociales de una sociedad paternalista a la cual no importaba su escasa o ninguna productividad. ¿Podrán ahora tener el incentivo para desarrollar oficios por cuenta propia?

Muchos recuerdan cuando en la década de los 90, ante la caída del campo socialista y los subsidios que Cuba recibía se permitió el desarrollo de trabajos por cuenta propia y mas de 200,000 personas solicitaron licencias (143,000 todavía se mantienen) desde vendedores ambulantes hasta choferes de taxis: pero tan pronto como la economía se recuperó, muchos de estos negocios fueron cerrados, comenzando con "paladares" (restaurantes privados), ahogados por el estricto control burocrático.

Hoy la situación es mucho mas grave: la producción nacional de alimentos es escasa y tanto el turismo, como las remesas familiares, sin contar el apoyo económico de Venezuela, se han visto afectados por la crisis internacional: estos 500,000 trabajadores no serán despedidos por una evolución del país al sistema de mercado libre, lo son porque constituyen un lastre a la actual economía nacional planificada.

No será nada fácil a estos cientos de miles de trabajadores -el diez por ciento de la fuerza laboral cubana-, protegidos desde el nacimiento hasta la muerte (los funerales en Cuba son gratis), entender y enfrentar esas decisiones de recoger el pan de cada día en una sociedad paternalista al sálvese el que pueda del libre mercado cuando sean despedidos antes de la primavera del 2011.

Se formarán nuevas cooperativas, 178 nuevas categorías de empleos por cuenta propia, desde albañiles hasta entrenadores deportivos, pero todos deberán pagar impuestos como parte de una estrategia para despedir a quienes están en nómina y no producen, tal vez la cifra de desempleados crezca y llegue al millón de trabajadores en los próximos meses.

De bisneros a empresarios

La cercanía con los Estados Unidos y por tanto la mayor comunidad cubana en el exterior en Miami, ha sido progresivamente una influencia económica innegable con las remesas familiares y los viajes de cientos miles de emigrados cada año a visitar a sus seres queridos, los cuales constituyen una fuente de ingresos capital para un país sin grandes recursos naturales.

Una de las influencias negativas de toda inmigración en países pobres es la creación de clases sociales, pues quienes tienen acceso a las remesas en moneda fuerte, se convierten en adinerados por el simple hecho de su independencia d las realidades económicas de las limitaciones de los demás, lo cual tienen características raciales intrínsecas en Cuba, donde la mayoría de los inmigrantes han sido tradicionalmente blancos.

Las remesas financian también las actividades del mercado negro, el cual es un componente real e indispensable de la vida del cubano de a pie, el cual se ve obligado a acudir a estas fuentes para su subsistencia en un país donde las raciones de la "libreta de abastecimientos" y los escasos "mercados campesinos" no son suficientes para cubrir sus necesidades.

Ahora bien, transformar a "bisneros" del mercado negro que se nutren de mercancías robadas de los almacenes estatales o traídas por las "mulas" desde Miami, o se dedican a lucrativos negocios de prostitución o prestar dinero a grandes intereses (al "garrote") en empresarios no es precisamente una tarea con la solución a corto plazo del simple otorgamiento de licencias y el cobro de impuestos.

Los primeros pasos se han dado

El Gobierno de Raúl Castro ha enfrenando esas dudas y preguntas del cubano no sólo con palabras, sino con la autorización de empleos por cuenta propia y la distribución de tierras de cultivo ociosas, diciéndolo claro además: "hay que eliminar para siempre el concepto de que Cuba es el único país del mundo donde uno puede vivir sin trabajar".
Los críticos hablan de una necesidad temporal, la realidad es que lo que fuera imperativo para sobrevivir durante el llamado "período especial" de la década de los 90, es hoy, una voluntad de cambio. Sin olvidar el embargo norteamericano de 50 años, limitando los viajes, el turismo norteamericano, la colaboración de empresas con capital de los EEUU y sobre todo las inversiones.

Todo depende de cómo las reformas se desarrollen y los límites de una burocracia a la iniciativa, sobre todo en el crecimiento de los pequeños negocios con la posibilidad de emplear no sólo a familiares, sino a los trabajadores que dicten las necesidades de crecimiento, o los impuestos excesivos que pueden ahogar a cualquier negocio en sus primeros pasos y llevar a quienes los intentan a incorporarse a un mercado negro floreciente e innegable.

Otras preguntas recaen en los recursos y la experiencia: ¿dónde comprarán los productos y utensilios necesarios? ¿quién los entrenará o mejorará su experiencia técnica en esos sectores? Son preguntas válidas sin una respuesta concreta.

El papel posible de los emigrados

Habría que ver si el pragmatismo de Raul y la nueva hornada de dirigentes militares y civiles comprometidos con el cambio ven la posibilidad de convertir en una fuerza para el desarrollo los cientos de millones de dólares enviados por los familiares a sus seres queridos en Cuba, considerado por los expertos en beneficios anuales a un millón de familias cubanas: $1.4 mil millones de dólares desde los EEUU.

Hasta ahora parte de ese capital se ha utilizado para desarrollar pequeños negocios, ya licenciados y pagando impuestos, como el caso de las viviendas de alquiler para turistas, pequeñas producciones agrícolas y talleres de reparación de electrodomésticos. Estas remesas pudieran crecer hasta un financiamiento directo para los pequeños negocios previstos en las nuevas formas económicas planteadas.

Es innegable el rejuvenecimiento de la comunidad "exiliada" en el exterior, sus hijos y nietos, así como los recién llegados en los últimos 20 años, más interesados en invertir y participar en la realidad social cubana que en las causas políticas del pasado, financiadas en su mayoría por instituciones norteamericanas. Pero esta participación conllevaría un reconocimiento legal y un respeto por la participación de estos emigrados, lo cual hoy, desafortunadamente, no existe.

En conclusión, se avizoran momentos decisivos e interesantes para todos los cubanos, habrá que ver si la velocidad de la renovación de generaciones e ideas marche con los tiempos y sobre todo, con la necesidad de preservar el destino socialista de Cuba y a la vez reunificar, luego de tantos años de dolorosa separación, a la familia cubana.

por Pedro González Munné (cubano)

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