martes, 10 de agosto de 2010

Los partidos políticos y las empresas deben cambiar




Históricamente nuestras organizaciones políticas y empresariales han mantenido esquemas, métodos y estrategias distorsionado y alejadas de lo que deberían ser sus verdaderos objetivos a corto y largo plazo. Es decir al margen del talento de la gente que presta sus servicios y que constituye en el caso de los partidos políticos ser miembro de la base y en lo que concierne a la empresa pública o privada ser empleado.

La atención en los partidos sencillamente se centra en cómo ir ganando adeptos para sus fines de llegar alcanzar el poder, pero usualmente se olvidan de que una estrategia correcta no es la que logre atraer grandes cantidades de gente, sino más bien la que lleve en sí, las herramientas para convertir a ese conglomerado humano ya captado en entes talentosos y productivos mediante su integración e involucramiento en todo lo que tenga que ver con las decisiones, planes y estrategias que deben llevarse a cabo en el desarrollo y permanencia de esas instituciones ya mencionadas.

En el caso de los ejecutivos de las empresas privadas o públicas, parecen estar concentrado más que todo, en los objetivos financieros o en las reformas operativas, olvidando que si involucran cada vez más a los empleados talentosos en sus estrategias de cómo ganar más dinero, les será a largo plazo mucho más beneficioso que haberlo marginado en las decisiones que se vayan a tomar para atraer más al cliente. Pues, si se le da participación y se les motiva con incentivos, cursos y talleres y se les brinda la oportunidad de ser parte de los planes de la empresa, por supuesto que estará en mejores condiciones de darle un mejor servicio al cliente, que es en última instancia el blanco o prospecto.

No hay que dudar que a partir de ese momento, éste tratará con la motivación que tendrá de proyectar a la empresa y de igual manera, buscará la forma de que esta se convierta en líder del mercado, porque así, él obtendrá mayores beneficios que harán que su estilo y forma de vida cambie satisfactoriamente. Esa es la visión de progreso que tienen hoy los países desarrollados en un mundo globalizado

Sin embargo, el enfoque que aquí tienen los empresarios, es que a los empleados hay que exprimirlos, maltratarlos y alejarlos de cuantas iniciativas y estrategias pongan en ejecución los dueños o ejecutivos de las empresas. Olvidando que las compañías ganan más y se proyectan mejor cuando son más inteligentes que su competencia, creando un atractivo entorno de trabajo, escogiendo la gente correcta, y obteniendo lo mejor de ella, esta es la mejor forma de hacerse líder como dice Edward L. Gubman en su brillante obra “El talento como solución.”

En los partidos políticos de este país, de igual forma que los ejecutivos y dirigentes empresariales, se han olvidado de la importancia que tiene la articulación de una buena estrategia de formación o preparación de su militancia, que incluya también incentivos tangibles a los fines de lograr con esta, el crecimiento y fortalecimiento en el seno de la sociedad, dándole importancia en primer orden, a sus organismos de bases, debido a que son estas las que realizan la función de correa de trasmisión entre el pueblo y su organización, como debería ser en efecto.

Ahí está el caso del prototipo de partido que era el actual gobernante PLD, quien durante su creación se pasó todo el tiempo hasta que las condiciones le favorecieron para llegar al poder, formando lideres capaces con talento y en capacidad de ser tomados en cuenta a la hora de realizar las transformaciones que han de llevarse a cabo para enrumbar a la sociedad por el camino del desarrollo. Pero estos en la medida que fueron ganando cuotas de poder se enloquecieron y se obnubilaron olvidando todo lo que fue su trayectoria de dignidad y respeto que los hacía diferente a las entelequia de partidos que todavía hoy persisten en buscar el poder para saciar la sed de riqueza mediante el método de la prevaricación. De ahí el pateo y la humillación a la militancia que fue formada por el insigne don Juan Bosch.

Entonces de que valió ese proceso formativo si al final de cuenta, cuando le tocó la oportunidad para poner todo lo aprendido en práctica, fue aniquilado por las huestes de los que se creen que lo saben todo, sencillamente porque están arriba dirigiendo y no son capaces, ya sea por temor a que emerja un nuevo liderazgo con talento o porque se consideran superdotados.

Esos dirigentes enquistados en las cúpulas de los partidos y empresas deben tener en cuenta que ninguna estrategia funciona ni puede obtener beneficios, si la misma no está en capacidad de alinear, comprometer y medir el desempeño de la gente que las hace realidad, como afirma Edward Gubman.

Autor: Francis Pérez

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